SIN MAESTRO
Cualquier persona puede seguir el camino del conocimiento y «retornar al espíritu» por su propia cuenta, con sólo realizar una simple serie de acciones que tienen como base el ahorro de energía para lograr el movimiento del punto de encaje .
La posibilidad de realizar semejante trabajo sin la guía de maestro alguno.
La dificultad en llevar a cabo esta simple serie… es que casi nadie está dispuesto a aceptar que necesitamos muy poco para ejecutarla.
Se nos ha preparado para esperar instrucciones, enseñanzas, guías, maestros. Y cuando se nos dice que no necesitamos de nadie, no lo creemos.
Nos ponemos nerviosos, luego desconfiados y finalmente enojados y desilusionados.
Si necesitamos ayuda no es en cuestión de métodos, sino en cuestión de énfasis.
Si hay alguien que nos pone énfasis en que necesitamos reducir nuestra importancia personal, esa es ayuda real.
Los brujos dicen que no deberíamos necesitar que nadie nos convenza de que el mundo es infinitamente más complejo que nuestras más increíbles fantasías.
Entonces, ¿por qué somos tan pinches que siempre pedimos que alguien nos guíe, si podemos hacerlo nosotros mismos?…
Por lo mismo cuando de Conocimiento se trata, salen sobrando alumnos y maestros.
No hay alumnos. No hay maestros. Lo que hay es gente que se va a morir, aunque algunos se dan cuenta y otros no.
El conocimiento que realmente repercute en la forma de vivir y de morir es intransmisible; sólo mediante la experiencia personal se adquiere.
Libros, maestros, escuelas y grupos, son apoyos que pueden servir en tanto que uno esté dispuesto a trabajar con acciones concretas en la inagotable tarea del conocimiento.
Resulta demasiado fácil -de ahí su popularidad- la vieja idea del maestro o «gurú» poseedor del conocimiento y el poder, y gracias a cuya bondad podemos recibir la «iluminación».
El «sublime maestro» nos toca con el dedo y nos «ilumina» despertando nuestro «shakti» interior.
Esas suelen ser ilusiones que sirven en occidente para satisfacer las artificiales necesidades de consumo de seres enajenados, demasiado débiles para siquiera concebir la posibilidad de salir de su triste situación por su propio pie.
Siempre es alguien más quien nos tiene que salvar; quien nos tiene que guiar.
Cuando niños era papá o mamá y ya de adulto es la esposa, el esposo, el sensei o el «amadísimo gurú».
De una o de otra forma, el autodesprecio: soy débil, no puedo solo, necesito que me guíen. Y por supuesto que hay muchos «maestros», «gurús», «escuelas», «sectas esotéricas» y demás mercachifles dispuestos a aprovecharse convirtiendo en ganancias ese deseo de ser dominado que suele apoderarse de tanta gente.
Un guerrero lo es porque siempre está en lucha.
No anda buscando a su mami para que le diga qué hacer y qué no hacer.
Toma su responsabilidad como rector de su vida y él mismo se constituye en motor de su camino al conocimiento y confía en el poder de sus pasos y sus acciones.
un Guerrero es impecable cuando confía en su poder personal, sin importar que éste sea pequeño o enorme.
Si uno se hace responsable, los libros, escuelas o maestros, pueden resultar apoyos útiles, de los cuales uno puede tomar sugerencias aprovechables para la acción. Y es en el terreno de los hechos donde uno podrá saber si las sugerencias son útiles para uno o no.
Con Amor desde el Conocimiento Silencioso e Infinito, Ahó.
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Gracias por enseñarnos a ser nuestros propios guías, a confiar en nuestro poder interior. Los verdaderos Maestros son aquellos que no se consideran como tal y que nos enseñan a creer en nosotros, los que nos toman de la mano y nos enseñan que no necesitamos creer en nadie más que en nosotros mismos. Gracias por creer en nosotros cuando ni nosotros mismos lo hacíamos, gracias por mostrarnos con el ejemplo que podemos. Infinitas bendiciones, Gracias, Gracias, Gracias 🙏
Cierto es!!
Los acontecimientos, experiencias, son realmente nuestros maestros!! Así sin avisar, ni pedir cita…
También es cierto que es agradable tener un chaman, un colega, con quien comentar…
Compartir sentires, intercambiar ideas, que nos ayudan a seguir, a reír un rato, a ampliar conocimientos…
Es mi sentir, Ahó