REDES NEURONALES Y HÁBITOS DE LA MENTE

redesneur

Las redes neuronales son patrones únicos creados por millones de neuronas interconectadas.  Las neuronas individuales extienden fibras nerviosas que llegan a otras neuronas como las ramas de un árbol.  Los enlaces que crean pueden dirigir el tráfico a lo largo de muchas rutas de una red extraordinariamente intrincada.  Las vías neuronales pueden unirse para formar redes a través de las cuales se producen determinados patrones de pensamiento, acción y reacción.  En otras palabras, las redes neuronales de tu cerebro están formadas por un equipo de células nerviosas que han aprendido a encenderse juntas y que posteriormente se han conectado para realizar una función específica y reproducible.  Es gracias a las redes neuronales que eres capaz de realizar tareas como masticar chicle, chasquear los dedos o recordar la letra de tu canción favorita.

Por eso, al reflexionar sobre un determinado pensamiento (bueno o malo) o practicar una actividad concreta (beneficiosa o perjudicial), refuerzas las redes neuronales que se correlacionan con esos pensamientos y habilidades.  Cada vez que una situación te recuerda alguna experiencia de miedo o peligro de tu pasado y surgen emociones instintivas, se refuerza esa red neuronal específica. Reforzamos las emociones tóxicas y las redes neuronales de nuestro cerebro límbico y empezamos a crear creencias subconscientes sobre la vida.  Estas creencias impulsan nuestras acciones y reacciones en todas las experiencias.

Este refuerzo puede hacerse sin que nos demos cuenta o cuando estamos alimentando un trauma emocional para obtener simpatía, ya sea de los demás o de nosotros mismos.  Podemos decir, por ejemplo, “No tengo que actuar con madurez; después de todo, tuve una infancia terrible”.  Al crear y repetir tal afirmación, reforzamos redes neuronales y hábitos emocionales que son tan distintos como los hábitos posturales de una vieja lesión de latigazo cervical que ha afectado a las vértebras y los músculos de la columna vertebral.  Estas redes dan lugar a emociones, luego a creencias, que nos mantienen favoreciendo el sufrimiento pasado, así como a comportamientos que refuerzan continuamente el trauma y la lástima que hemos aprendido a ordeñar con tanto éxito.

Aunque este patrón repetitivo y circular sirvió en su momento para garantizar nuestra supervivencia, se ha vuelto tóxico y ha dado lugar a creencias erróneas sobre el mundo y los conocidos, los amigos e incluso la familia.  Dado que las creencias pueden ser inconscientes, pueden presentarse de formas que nos sorprenden.  Podemos empezar una relación íntima que se desmorona cuando descubrimos que la persona no es realmente quien creíamos que era, pero la situación podría ser en realidad el producto de nuestra propia creencia inconsciente de que nunca encontraremos una pareja.  Del mismo modo, podemos tener una magnífica oportunidad profesional que se derrumba porque en el fondo creemos que no somos dignos.

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