La influencia de la mitología en la mente humana según Freud y Jung: ¿forjamos los mitos? ¿o ellos nos forjan a nosotros?
¿Es válido decir que es el mito el que determina a la sociedad y sus individuos al darles una senda cultural por la cual regirse?, o, por el contrario ¿son la sociedad y el individuo quienes a partir de sus perspectivas le crean como justificativo a posteriori?… ¿Qué determina la influencia de la mitología en la mente humana?
Éstas y otras preguntas han sido la base de toda una red de cuestionamientos que han llevado al estudio de las distintas facetas y orígenes del mito como una forma de expresión y definición del ser humano desde sus inicios, cuyo significado podrás encontrar a modo de análisis en el artículo previo sobre el significado psicológico de la mitología.
Muchos han sido quienes se han preguntado acerca de los procesos de influencia de la mitología en la mente humana, por los cuales los mitos se transforman en acciones y pensamientos. Así, se convierten en uno de los procesos más relevantes en la historia y la evolución de la sociedad, puesto que nos enlazan con todo un compendio imaginativo que se relaciona estrechamente con la configuración de nuestra forma de pensar y actuar, enseñándonos que nuestros orígenes son más relevantes y misteriosos de lo que creemos y hacemos evidente.
Para Freud y Jung, las teorías acerca de la influencia de la mitología en la mente humana son bastante contrapuestas, ya que aunque ambos apoyan el hecho de que la influencia del mito es totalmente verídica, suelen invertir la posición acerca de si se genera primero la cultura o si ésta es precedida por algo aún mayor; 2 hipótesis en las que definitivamente el orden de los factores sí altera el producto.
De la acción al mito
El padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, siempre estuvo bastante apegado a la individualización de todos los factores que circundan alrededor de la sociedad y el comportamiento humano; por lo que no es de extrañar que cuando decide realizar el análisis acerca de la mitología, su punto de partida es la internalización; el rincón mas oscuro del ser humano: El subconsciente.
Para Freud, la influencia de la mitología en la mente humana, parte de la expresión de nuestros más profundos deseos, miedos y necesidades, es decir, de nuestras pulsiones; por lo que según su hipótesis los mitos funcionan como creaciones posteriores a las acciones, sirviendo como justificantes para aquellos pensamientos que consideramos inapropiados o inexplicables y que pueden ser declarados mediante la búsqueda de una historia que nos ayude a mediar social e individualmente con aquello que reprimimos.
Así pues, cuando el mito está bien asentado dentro del núcleo social, el hombre le toma como modelo de ejemplificación una vez que aquello que le motiva se ha formado en su pensamiento, de esta manera los mitos son vistos como un medio para llegar a determinado fin.
«La mitología es la forma que tiene el ser humano de sacralizar sus acciones, es decir, hacer su vida significativa a través de la imitación de un modelo.»
En el pasado, hemos visto ejemplos que pueden servir de base a esta teoría, ya que incluso dentro de la sociedad griega con su avance y auge en la filosofía, muchas de las normas de moral implementadas en la sociedad fueron complementadas través de mitos. Si observamos algunas de las historias asociadas a la estructura de la polis, podemos hallar la justificación del machismo a través de historias como la caja de pandora, o la de la homosexualidad a través de relatos como el de Ganímedes, asociado posteriormente al signo zodiacal de Acuario y luego tomado como base para otras interpretaciones mediante la astrología.
Cabe destacar que la imitación de dicho modelo según Freud no siempre es consciente, sino que se oculta muy bien en lo más profundo de la mente; manifestándose por medio de formas de pensamiento que luego pueden verse representadas en sueños o proyecciones, pero que siempre intentan metaforizar a través de sistemas simbólicos y culturales reconocibles aquello que reprimimos. De hecho, a muchos nos sucede que tras soñar con algo que nos parece demasiado complejo, solemos creer que se trata de un sueño premonitorio o un símbolo que va mas allá de nuestro entendimiento, y pasamos el día pensando en ello e intentando descifrar lo que nuestra mente nos quiso decir; buscando el significado para animales, objetos o cosas que nos brinden una justificación.
Otro ejemplo de influencia de la mitología en la mente humana, suele ser el de la superstición en la que un evento de nuestro acontecer diario se convierte en la consecuencia de creencias como el karma o la mala suerte, penetrando en nuestra conciencia a pesar del gran avance de la civilización en el que nos encontramos, lo que nos demuestra que solemos estar más ligados al pasado de lo que pensamos.
Por supuesto, cada uno de estos temas internalizados tarde o temprano se convencionalizan y se convierten en un hecho social que no solo se remite al individuo, sino que se entremezcla con el tejido de la cultura sirviendo de base para nuevas interpretaciones.
Del mito a la acción
Por otro lado, tras pasar por el proceso de aprendizaje junto a Freud acerca de la influencia de la mitología en la mente humana, Carl Jung adopta una posición distinta a la de su maestro, en la que tras un largo proceso de investigación y análisis combinado con una ardua pasión por la arqueología y la mitología, se propone desenterrar al mito, cual antiguo tesoro, haciéndolo parte de su teoría del inconsciente colectivo bajo la idea de que su proveniencia deviene de los orígenes mismos de la humanidad, es decir, al contrario de la idea freudiana, en este caso es la acción la que sacraliza al mito.
Para Jung, la mitificación es una acción netamente cultural y primitiva, en la que el mito permite definir los espacios dentro de los cuales se forjará un paradigma. De esta manera, el hombre a través de las generaciones, inconscientemente puede tomarlo como base para determinar su destino y recordar las bondades que le ofrece la actualidad en la que vive, ya que el contenido mitológico se muestra como un símbolo de transformación en el que participa todo individuo como parte de la cultura a la que pertenece y de la que le es imposible escapar.
«A ninguno de nosotros nos es posible quitarnos totalmente los ornamentos de la cultura, ni siquiera cuando vamos desnudos, ya que esa es también una manera de vestirse, una forma cultural de ser.»
Es así como la individualidad queda relegada para adaptarse a lo que la cultura le ofrece, apegándose a los relatos como una manera de recuerdo y lección de vida; por lo que, de cierta manera, Jung concuerda con Freud cuando piensa en el mito como código usado para justificar las acciones que se consideran inapropiadas.
Aún así, entre las bifurcaciones más marcadas que separan los caminos de Jung y Freud en cuanto a la influencia de la mitología en la mente humana, se encuentra la clasificación de los contenidos del mito, es decir; mientras para Freud todo mito es un individuo expresándose, para Jung sucede al contrario: todo individuo, dentro de su masa colectiva, es un mito. Así, la mitología se convierte en un fin, una idealización a la que pretende llegarse.
Dicha determinación se ve reflejada en su denominación de los arquetipos, siendo éstos una especie de tendencia de personalidad que muchas veces no es reconocida pero que se ve proyectada en cada persona como si ésta formase parte de una historia en la que cada personaje viene ya con una descripción concreta, cuyo origen no es otro que el de los relatos mitológicos.
Un ciclo de interpretaciones
Si bien es cierto que las interpretaciones acerca de la influencia de la mitología en la mente humana suelen dividirse en caminos que podrían pensarse como opuestos, encontramos ciertos puntos de relación, e incluso podríamos llegar a pensar que forman parte de un mismo contenido en el que se forma un ciclo; contenido que no parte necesariamente de un extremo o del otro, sino del que tanto la sociedad como el individuo participan y toman fragmentos recíprocos para conformar la esfera semiótica en la que conviven.
De una u otra manera todos enlazamos un hilo de ese amplio tejido cultural, que aunque se vea influenciado por aspectos geográficos o sociales que influyen y se mezclan con la experiencia personal del individuo, ha logrado inexplicablemente conectar sus ideas con el resto del mundo; por lo que a pesar de que cada relato varíe en cuanto a narrativas o menciones, todos parten del mismo interés por explicar, comunicar y expresar pensamientos que en muchas ocasiones responden a instintos similares o iguales.
Así, si en alguna ocasión sientes que tu vida puede ser semejante a una historia literaria, no olvides que tienes tres perspectivas para observarla: puedes pensar en un acervo cultural que te defina y marque tu rumbo; puedes buscar y redefinir una historia que te ayude a entenderla; o simplemente puedes pensar en que formas parte de un constante devenir en el que, sin importar lo que hagas, ya eres miembro una historia pasada… y al mismo tiempo sigues siéndolo de una historia que pronto se contará.
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